11.3.05

Como cada jueves.

Me desperté como cada jueves, con profunda somnolencia y malhumor (malditos sean los despertadores), pero con cierta inquietud por asistir a una clase sobre grietas. Hasta ahí todo bien. Me duché, me vestí y desayuné. Luego, y con algo menos de media hora, suelo ir muy justito a clase, me dirigía a la Escuela.

Me subo en el coche, aparcado en el garaje subterráneo de mis pisos. Enciendo la radio e inmediatamente enciendo el discman-casete que María me regaló por Reyes. No recuerdo bien, tal vez fue Gustavo Cerati, tal vez Marlango; o quizás era Sergio Makaroff; la compañía que elegí en aquel trayecto.

Como cada jueves a las ocho y cuarto, la ronda no estaba muy atascada. Es cierto que el cielo estaba algo nublado, y ya se sabe, cuando llueve suele haber más atascos. Pero llegué con rapidez a clase de Urbanismo y el suplicio que ello conllevaba. No importa, no se hizo muy larga.

A las diez y cuarto llegaba el profesor de Grietas, y comenzaba su clase de, aproximadamente dos horas. Normalmente hacíamos un descanso a la mitad, como cada jueves.

El descanso se prolongaba más de lo “establecido”… aunque esto era lo habitual en él. Sin embargo, llegó con la cara descompuesta, y nos dijo a todos: “debido al atentado de esta mañana, vamos a interrumpir las clases para asistir a una manifestación en el rectorado. Hay que decir ya basta a estos hijos de puta”. Yo, descolocado porque no había escuchado la radio por la mañana, no sabía de qué estaba hablando y pregunté: “¿qué atentado?”.

El resto es la parte amarga de mi memoria... era un jueves, pero no un jueves cualquiera. Creo que era once de marzo, pero no me acuerdo, eso no importa.

in memoriam