¿Cuánto valen las ideas?

"Dime qué andas buscando, quizás pueda ayudarte", dije antes de saber lo que realmente pasaba. Y así todo. Sin pensar lo que digo, sin decir lo que pienso. Unas veces por miedo, otras por extraña vergüenza. Lo cierto es que, aquí contigo, me siento seguro. No me hace falta hablar. Sólo pienso. Me evitas ese tramo amargo, por ser como eres. Y es que realmente es lo que importa. Si una imagen vale más que mil palabras, ¿cuánto valen las ideas?

¿Y tu mirada? ¿Cuánto vale tu mirada?

Así que no te dejes seducir por falsas voces que cazan a vista de pájaro a perdidos en la multitud, perdidos con la vista perdida, perdidos que perdieron la cabeza, y perdidos a secas. Haz valer ese instinto tuyo, radar de pensamiento que no miente ni falsea. Búscate en ese valle aislado, sin gente que contamine tus sentimientos, no te lleves la contraria en dilemas que hacen perder el tiempo (personaje que siempre termina apareciendo).

Si después de todo esto he sido capaz de convencerte, ignórame. Piensa por tí mismo, eso es lo que vales, eso es lo verdaderamente tuyo: tu esencia. Por eso no lo debes cambiar. Es lo que nos hace diferentes a unos de otros, a unos que leen y otros que escriben, a unos que escuchan y otros que hablan, a unos que aplauden y otros que actúan, a unos que te odian y a otro que te ama.

Cogito ergo sum

Descartes

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