2.5.07

Mil batallas contra el necio enemigo.

Se me ocurren mil cuentos y mil formas de intentar darle la vuelta a esta triste paradoja. A veces la propia vida te sume en la triste desesperación del que lucha hasta el hastío y nunca consigue vencer. Y no es tu caso. Permíteme el lujo, lo tuyo es aún más desesperante.

No te bastó con ganar las mil batallas contra el necio enemigo, sino que, cuando más tranquilo estabas, te atacaron por la espalda, a quemarropa. De esas heridas que le duelen más a los ojos que lo ven que a ti mismo.

No sé cómo te tomarías la noticia. ¿Locura? Es posible, aunque ya tenías motivos anteriores y seguiste tan cuerdo como siempre, y tan loco como nunca. Aunque no soy el que mejor te conoce, te he visto de lejos, observando las escaramuzas. Como un espectador a distancia, como el que ve la guerra en el televisor. Y cada batalla que ganabas hacían crecer el mito. Decía yo, no es posible.

No sé cómo se tomarían la noticia. Esto que me cuentan sobre ti haría temblar los cimientos de toda convicción divina, la misma que otras veces los hizo salir adelante. ¿Lo digo otra vez? Paradoja.

Yo no sé cómo tomarme la noticia. Pero sí diré lo que pienso. Sobre todo, creo en los hechos, en lo que veo. Yo he visto dolor, pero también he visto perseverancia. He visto angustia, pero también he visto esperanza. He visto cansancio, pero he visto sacar fuerzas inimaginables. He visto mucho, pero me temo, no he visto suficiente. Y de todo esto me quedo con las dos partes. La cara y la cruz. Precisamente, la vida. Porque de todo se aprende, aunque haya formas menos dolorosas de aprender.

Ojalá tuviese el don de encontrar las palabras exactas, de esas que te las dicen y parecen descubrir el tarro de las esencias. Pero no soy más que un simple mortal al que le da por escribir de vez en cuando, para liberar el dolor que se acomoda en el alma. Ese es mi bálsamo, y sólo funciona en mi.

Estas líneas, que nunca leerás, se quedarán aquí. Para el que las quiera y el que quiera conocer la historia de un hombre que nunca se cansó de luchar contra el necio enemigo. Y que no me pregunten si fueron mil o mil y una, o dos mil, tres mil... Eso es otra historia.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No te olvídes de Zorg...no te olvides.

01:02  
Anonymous J.H. said...

Disculpe la intromisión. Tengo encomendado dejar un comentario en este blog para otorgarle un premio de parte de Eduardo Martos. Él no puede hacerlo porque, con casi total probabilidad, sigue encerrado en el sótano donde lo dejé.

Reciba un cordial saludo,
J.H.

17:37  

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